EMOCIONES

Ayer tuve uno de esos días que suelo explicar en mis clases a los niños y las niñas, cuando un tsunami de emociones se meten en tu cuerpo y cuesta mucho identificar cuál es cuál.

En ese momento es muy difícil querer entender qué nos pasa en realidad. Hacer una lectura rápida de nuestras emociones es casi ridículo.

Pero la teoría es buena consejera, una de las frases que más repito es:

“solo cuando la emoción se resuelve, la mente se aquieta”. Pero cuando el tsunami está en la cresta de la ola en realidad pienso que si la mente se aquieta la emoción encuentra su sitio.

Entonces quién alimenta a quién, o en este caso quién calma a quién.

Esos instantes de vulnerabilidad mental hace que busques en tus registros de memoria, todas tus creencias constructivas para estar mejor.

Y una y otra vez, vuelvo a conectar con la llave maestra, porque vive dentro de mí, porque no hay teorías, no hay memorias, no hay intermediarios ni maestros entre ella y yo.

Mi respiración, que desde el primer halito de vida se convirtió en mi guía, mi sostén y salvavidas de todas las experiencias vividas.

El mundo que ves y las personas con las que te relacionas están puestas frente a ti para que explores y vivencies tu propia esencia, tu verdadero yo.

Infinita gratitud a mi respiración que se ha convertido en la llave maestra para abrir la puerta más grande e interesante que nunca había imaginado, Mi consciencia.